El nuevo gobierno laborista británico pretende gravar las escuelas privadas para dar más medios a la educación pública. La medida puede crear miles de empleos de profesor, pero inquieta a las familias que se aprietan el cinturón para llevar a sus niños a los centros más prestigiosos.
El primer ministro Keir Starmer, que asumió sus funciones tras las legislativas del 4 de julio, no deja de repetir que no tiene «nada contra las escuelas privadas», que cuentan con unos 600 mil alumnos, un 6,5% del total en el Reino Unido. Pero «todos los padres tienen ambiciones para sus hijos», matizó el dirigente, que llevó a sus dos hijos a la escuela pública de su barrio en el norte de Londres.
«Para los alumnos de la pública que no tienen los profesores que necesitan (…) es un problema para la vida», agregó.
Después de años de austeridad en los servicios públicos y profundización de las desigualdades, el gobierno confirmó en julio que suprimía la exención del IVA aplicada a las matrículas de las escuelas privadas. La medida debe de aportar unos ingresos de mil 600 millones de libras esterlinas suplementarios (unos 2 mil 100 millones de dólares) que permitirían financiar 6 mil 500 nuevos puestos de profesor en la enseñanza pública.
A partir del 1 de enero, los centros privados tendrán que pagar un impuesto del 20%, lo que repercutirá en un aumento de la factura para los padres.
La matrícula cuesta de media unas 18 mil libras esterlinas (casi 23 mil 400 dólares / 454 mil 450 pesos mexicanos) en las escuelas privadas, según el Consejo de Escuelas Privadas, que representa a estos centros. El precio alcanza las 42 mil libras (más de 55 mil dólares / 1.06 millones de pesos) para las famosas «boarding schools», los elitistas internados con fama mundial por los que han pasado numerosos miembros de la clase dirigente británica.
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«Ansiedad» entre los padres de familia
Aunque muchas familias que llevan a sus hijos a estos centros más distinguidos pueden permitirse este incremento, la cuestión va más allá de las clases más ricas. Testigos de padres angustiados llenan desde hace meses las páginas de la prensa británica. Algunos afirman que deberán retrasar su jubilación, cambiar de trabajo o pedir ayuda a los abuelos. Otros se plantean mudarse a zonas con buenas escuelas públicas.
Amaka Nwabueze considera buscar un segundo empleo. «Tendré que trabajar el fin de semana, lo que significa que no veré prácticamente a mis hijos», dice esta analista financiera de 45 años, que se ocupa sola de sus tres niños. Los dos mayores ya se pasaron a una escuela pública al iniciar la educación secundaria, en centros selectivos que imponían un examen de acceso. El pequeño no superó la prueba.
Le propusieron otro centro, «el peor» de su barrio londinense.
«No puedo sacar a mi hijo de una escuela primaria privada para meterlo en un centro con fracaso escolar», afirma su madre.
Ahora se prepara para pagar hasta 4 mil libras (casi 5 mil 300 dólares / casi 101 mil pesos) más por año, lo que le genera «hipertensión», asegura.
«Hay una verdadera ansiedad», asegura Tony Oulton, director de la escuela Hulme situada en Oldham, en el norte de Inglaterra. El centro acoge 730 alumnos de entre 2 y 18 años. El docente critica una medida que, para él, se basa equivocadamente en «la idea de que toda la gente que envía a sus hijos a escuelas privadas es rica».
«Los padres de mi escuela son principalmente de la clase obrera o de la clase media baja. Muchos tienen dos trabajos para pagar la matricula y la educación de sus hijos pasa por delante de todo lo demás», declara.
Algunos ni siquiera van de vacaciones, añade. Estos padres buscan clases con pocos alumnos y centros de tamaño modesto. Ahora, asegura Oulton, algunas familias «dicen que tendrán que irse».Una disparidad agravada
Los contrarios a la reforma afirman que los efectivos docentes en las escuelas públicas aumentarán debido a la salida de alumnos del privado, lo que disparará el coste para el Estado. Pero hay estudios que rebaten este argumento. El Instituto de Estudios Fiscales estima que debido al declive demográfico, el número de niños en el sistema público bajará de ahora a 2030.
Además, otros centros de investigación apuntan que la disparidad entre el sistema público y el privado se ha agravado durante los 14 años de gobiernos conservadores que precedieron al ejecutivo laborista de Starmer.
«Los gastos de matrícula aumentaron mucho en las escuelas privadas, mientras que el gasto en el público se redujo hasta el año pasado», explica Harry Quilter-Pinner, director del Instituto de Investigación de Políticas Públicas. «Las escuelas públicas han tenido que innovar» para adaptarse a su presupuesto sin perjudicar a los alumnos, asegura. «El gobierno laborista pide a las escuelas privadas hacer lo mismo», defiende.